Trilema sobre la no-existencia del Dios bíblico
Para demostrar la improbabilidad de la existencia del Dios bíblico, quiero plantear un trilema donde cada punto se autosustenta y refuerza a los demás, formando un argumento lógico y racional.
1. La inexistencia del pecado original invalida la necesidad de salvación
La base del cristianismo es que el pecado entró en el mundo a través de Adán y Eva, y que Jesús murió para redimirnos de esa condena. Sin embargo, la evidencia científica demuestra que la humanidad no proviene de una única pareja hace unos miles de años, sino de una población ancestral de miles de individuos con un proceso evolutivo de millones de años. Si Adán y Eva nunca existieron, entonces el pecado original no pudo haber ocurrido. Y si el pecado original no es real, la idea de que Jesús murió para redimirnos de un pecado inexistente pierde sentido.
2. Un Dios omnisciente y todopoderoso no habría permitido un mensaje ambiguo
Si Dios realmente deseara la salvación de todos, habría proporcionado un mensaje claro, universal y sin ambigüedades. Sin embargo, la Biblia presenta múltiples traducciones, interpretaciones y contradicciones, lo que ha llevado a la fragmentación del cristianismo en cientos de doctrinas diferentes. Un Dios omnisciente habría sabido que esto ocurriría y, siendo omnipotente, habría podido evitarlo asegurándose de que su mensaje fuera inconfundible. La falta de claridad en su revelación es incompatible con la existencia de un ser con estas características.
3. El silencio de Dios ante la búsqueda sincera y el sufrimiento es evidencia de su ausencia
Si Dios es omnibenevolente y quiere una relación con sus creyentes, debería responder a quienes lo buscan sinceramente. Sin embargo, cuando los creyentes oran pidiendo señales, respuestas o milagros verificables (como la regeneración de una extremidad), no obtienen ninguna prueba objetiva de su existencia. Este silencio es indistinguible del que se esperaría si Dios no existiera.
Conclusión:
- Si el pecado original nunca ocurrió, Jesús murió por una causa inexistente.
- Si Dios realmente existiera y quisiera salvarnos, habría asegurado un mensaje claro e inequívoco.
- Si Dios quisiera relacionarse con la humanidad, respondería de manera tangible a quienes lo buscan.
Dado que ninguna de estas condiciones se cumple, la conclusión más lógica es que el Dios de la Biblia no existe.